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¿La Filosofía es solamente occidental?

 

 

Alejandra Mora 

“Las artes son de dos clases: una cuyo fin es alcanzar lo bello y otra cuyo fin es alcanzar lo útil. El arte que pretende alcanzar lo bello solamente es aquel arte que se llama filosofía y que se llama también sabiduría humana en el sentido absoluto. (…) Puesto que lo bello es de dos clases, una que es conocimiento y otra que es conocimiento y acción, el arte de la filosofía será de dos clases: una, aquella por la que se adquiere el conocimiento de los seres que no son objeto de la acción del hombre, y ésta se llama filosofía teórica; otra es aquella por la que se adquiere el conocimiento de las cosas cuya naturaleza consiste en ser hechas, entre ellas la capacidad de hacer lo bello, y ésta se llama filosofía práctica y filosofía política.” 

 

Al-Farabi. El camino de la Felicidad. 

 

 

No es que yo piense que la filosofía sea solamente occidental ni mucho menos que así sea. Pero, sorprendentemente, o quizás sintomáticamente, una de las primeras afirmaciones que recibí en mis, aún muy precarios, acercamientos a la filosofía fue esta: la filosofía es solamente occidental. La realidad es que en el momento ni siquiera pensé que esto pudiese ser cuestionado porque efectivamente todos y cada uno de mis acercamientos al pensamiento habían sido denominados, o por lo menos yo los había apropiado, como occidentales. 

 

¿Cuál será la razón para que entre un grupo grande de jóvenes colombianos, todos con intenciones de acercarse a la filosofía, ninguno se atreva a cuestionar esta afirmación? 

 

Para aquellos que hemos intentado acercarnos a esto que llamamos “filosofía” es evidente que existe una relación implícita, de apariencia casi genealógica, entre el quehacer filosófico y occidente. No es que no se reconozcan las aportaciones de otros pensamientos es que, a pesar de que se reconocen, solo se les visibiliza en relación con su aporte al crecimiento del pensamiento puramente occidental “a la verdadera filosofía”. 

 

Esto pasa especialmente con las aportaciones filosóficas del pensamiento islámico a la consolidación de la escolástica dialéctica y latina del mundo europeo. De la filosofía matemática de Al-Kindi o de las reflexiones sobre lógica de Al-Farabi efectivamente se reconocen sus aportaciones metodológicas, aporéticas y doctrinales, a la escolástica europea pero, a pesar de que estos son algunos de los más reconocidos en el mundo occidental, en algunas realidades todavía nos atrevemos a negarles su posición en la historia del pensamiento. Argumentando que o son simplemente reflexiones teológicas (¿Por ende no filosóficas?) o su mayor aporte fue la traducción (“la copia” de los planteamientos platónicos, aristotélicos y estoicos de la Grecia antigua). 

 

Al-Farabi es uno de los mayores exponentes de la filosofía, o teosofía, islámica del siglo IX. Su filosofía es esencialmente una reflexión ética y política de su realidad desde la tradición filosófica de origen griego y se basa especialmente en la filosofía política de Platón y la ética de Aristóteles. 

 

Innovadoramente Al-Farabi logró unir ambos pensamientos, pensados irreconciliables, debido a que en una sociedad islámica, que tuvo su origen en la unión entre religión y comunidad, para este autor la ética y la política no son sino dos aspectos de una misma realidad. Su reflexión es una de sus obras más conocidas, la ciudad ideal, que es precisamente: cómo alcanzar la felicidad (el fin último) desde la comunidad ideal. Pero, a pesar de qué evidentemente su reflexión filosófica tiene rasgos de teología debido a que Dios es la causa primera del universo, Al-Farabi rompe con ella al plantear la superioridad de la reflexión filosófica sobre la religión. Esto porque el fin último de su filosofía es la felicidad general, no la del hombre musulmán ni mucho menos la descrita en el Corán. Por ende, la felicidad solo se alcanza a través de cultivar las facultades morales e intelectuales mediante la capacidad del intelecto y la autodeterminación del hombre.

Si bien la filosofía de Al-Farabi tiene muchísimas complejidades, lo importante es ver que efectivamente hay filosofía más allá del mundo occidental ya que, si bien este ejemplo se nutre de conceptos y desarrollos de la filosofía griega, Al-Farabi está impregnado de la tradición musulmana en la que vivió. 

 

Viendo una pequeña parte del legado filosófico del Mundo Islámico, el hecho de que estas afirmaciones persistan hoy, desde mi perspectiva, refleja un delirio de apropiación frente a lo que es la filosofía desde la intelectualidad occidental. Una apropiación del pensamiento humano, siendo su más evidente ejemplo la absoluta asimilación histórica de la Grecia Antigua, tomándola cómo “supuesto” origen del pensamiento científico y filosófico occidental. Apropiación que además conlleva a delimitar lo que es la verdadera filosofía al, usualmente, aquella “filosofía”, con delirio de ser racional, de ser metódica y efectivamente occidental. ¿Pero acaso la filosofía no es pensamiento? y si efectivamente lo es ¿no es legítimo que, dependiendo del contexto, se piense de forma distinta? 

 

La filosofía es historia por su origen, su contenido y fin, y, por el mismo hecho de ser historia, las condiciones, o el contexto de los seres, necesariamente cambian la forma en que la filosofía puede ser explicada. 

 

Francamente, me parece más acertada la definición que da Al-Farabi a nuestro problema: la filosofía como la sabiduría humana en el sentido absoluto. Esta percepción definitivamente permite no solo reconocer la aportación de otros pensamientos en la filosofía occidental sino admitir otros pensamientos como parte del legado histórico del pensamiento humano e introducirlos en aquello que entendemos como filosofía. 

 

Desde este contexto debería ser evidente que la sabiduría humana no es la sabiduría única y exclusiva desde un escenario, que la sabiduría no es algo que se pueda encasillar y que de hecho existe más de un forma de pensamiento que podría considerarse cómo “verdadera filosofía”. Sin embargo, al parecer, no es tan evidente y, si bien no necesitamos hacer una reivindicación de todas aquellas filosofías excluidas, sí es importante reflexionar cómo planteamos nuestros legados filosóficos frente al mundo y cómo reconocemos los demás (en este caso al legado islámico) en la trayectoria histórica del pensamiento universal. 

 

 

Bibliografía

 

1. Al-Farabi. El camino de la felicidad (Trad. Rafael Ramón Guerero). Madrid; Trotta, 2002. 

2. Al-Farabi. La ciudad ideal (Trad. Manuel Alonso Alonso). Madrid; Tecnos, 1995. 

3. Miguel Cruz Hernández. Filosofías no occidentales. Madrid; Trotta, 2013. 

4. Rafael Ramón Guerrero. Filosofía árabe y judía. Madrid; Síntesis, 2001.

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