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EL GENOCIDIO JUDÍO Y EL ARMENIO

Barbarie Similar, Resultado Desigual

Germán Sánchez

Aunque es cierto que las prácticas genocidas han sido una constante a lo largo de la historia de la humanidad, es en el siglo XX cuando estas se empiezan a constituir como una problemática política y social. Dicho de otra forma, significa que únicamente hasta este periodo se empiezan a generar movimientos y debates, tanto jurídicos como en el campo de las ciencias sociales, sobre la necesidad de reconocer a las víctimas de las practicas de genocidio.

 

No obstante, a pesar de lo anterior, la multiplicidad de los genocidios acontecidos a lo largo del siglo XX, en regiones como África, Asia y Europa, se han visto invisibilizados en comparación con los que sufrió la población judía europea en la Segunda Guerra Mundial*. Un ejemplo de esto se puede observar en materia de política internacional; ya que aunque casi la totalidad de los Estados del Sistema Internacional han reconocido como un genocidio las matanzas en contra de la población judía llevadas a cabo por parte de la Alemania Nazi, solo uno pocos han hecho lo mismo con las matanzas al pueblo armenio a manos del Imperio Otomano, entre 1915 y 1923.

 

Si bien entre ambos procesos pueden existir similitudes, es necesario aclarar que estos no son iguales. A pesar de que ambos genocidios respondían a los intereses nacionalistas de Turquía y Alemania, sus efectos en los Estados vecinos eran diametralmente opuestos. Dicho en otras palabras, esto significa que mientras que la consolidación del nacionalismo en la Alemania Nazi representaba un peligro para la estabilidad europea, el auge nacionalista del Imperio Otomano no era visto como un problema mayor en Europa, debido a que dicha entidad política había empezado un proceso de decadencia, desde el siglo XVIII aproximadamente.

 

Aunque en el imaginario popular aún persiste la idea de que los aliados en la Segunda Guerra Mundial luchaban por la liberación del pueblo judío, lo cierto es que hasta bien avanzado el conflicto su situación no era relevante para las cancillerías occidentales[1]; no obstante cuando la dimensión de la barbarie se hizo evidente fue imposible negar la existencia de una política de exterminio en contra de dicha población.

 

Por consiguiente, las cancillerías occidentales, influenciadas por la sociedad judía en el exilio, se encaminaron hacia la creación de un marco jurídico que condenara como un crimen contra la humanidad el exterminio masivo de un grupo poblacional, ya fuese por su religión, etnia o nacionalidad, y lo cual se vio plasmado en 1948 con la creación de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio[2]. En consecuencia, antes de que se cumpliese el primer decenio desde la finalización de la guerra, los principales Estados del Sistema Internacional ya habían firmado y ratificado dicho documento[3]. Ahora bien, es importante aclarar que en la actualidad la adopción de lo estipulado en dicho documento no implica formalmente el reconocimiento del genocidio judío. Sin embargo en dicho periodo sí lo era, ya que la única razón por la que se había creado el documento era para prevenir el olvido del sufrimiento que había padecido el pueblo judío a manos del gobierno alemán.  

 

En contraste, y a pesar de las similitudes, los actos de reconocimiento del Genocidio Armenio, al menos hasta hace unos pocos meses, no han sido tan numerosos. Lo anterior se debe principalmente a las condiciones políticas del Imperio Otomano en 1915. Como se ha mencionado anteriormente, dicha entidad política se encontraba en un proceso de decadencia desde al menos dos siglos atrás, por lo tanto había dejado de representar una amenaza real al espacio y la seguridad europea. Así mismo, y como producto de lo anterior, el partido de los Jóvenes Turcos, llegado al poder tras el derrocamiento de Abdul Hamid II en 1909, había implementado una política nacionalista; mediante la cual se pretendía reformar al Imperio Otomano, y por tanto el statu de la población cristiana y musulmana.

 

Debido a que desde el siglo XIX la población cristiana del imperio había llevado a cabo una serie de levantamientos de índole nacionalista, los cuales desembocaron en la independencia de los distintos territorios otomanos de los Balcanes, el gobierno de los Jóvenes Turcos había empezado a ver a la población armenia como un elemento de inestabilidad para el imperio.

 

La entrada del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial, como un aliado de las Potencias Centrales, no hizo más que acrecentar el temor de la administración imperial frente a los armenios, considerando que la alianza por parte de estos con el gobierno ruso, quien formaba parte de la Triple Entente, era algo inminente*. Así pues, desde 1915 se empezó a llevar a cabo una fuerte política de represión en contra de la población armenia, la cual se extendió hasta 1923, caracterizada por el asesinato y la deportación.

 

Aunque la campaña contra los armenios no tuvo la misma organización que la realizada por la Alemania Nazi, quienes hicieron de la muerte toda una industria, lo cierto es que fue bastante efectiva; ya que las cifras oficiales dan un estimado de un millón y medio de armenios muertos[4]. No obstante esto, y a pesar del conocimiento de su situación, las cancillerías occidentales no emitieron ninguna condena política, más allá que la denuncia en los medios de comunicación[5]. Incluso una vez finalizado el conflicto, y aunque orquestaron la disolución del partido de los Jóvenes Turcos, las potencias vencedoras no efectuaron públicamente o jurídicamente una condena al Estado turco por las acciones realizadas en contra de los armenios**.

 

Ahora bien, cabe cuestionarse el porqué de lo anterior. Como se mencionó anteriormente el reconocimiento del genocidio en contra de los judíos se debió en gran medida a la presión de los exiliados, más que por un verdadero interés, o preocupación, de los gobiernos occidentales. Por el contrario, la población armenia no se hizo sentir en el Sistema Internacional, ni durante la guerra ni en los meses posteriores a su finalización. Esto debido a varios factores:

 

En primer lugar, el proceso por el que pasaron los exiliados fue diferente, ya que a estos no se les ofreció refugio por parte de otros Estados u organizaciones humanitarias; a diferencia de ciertos sectores de la población judía, principalmente intelectuales, antes y durante la Segunda Guerra Mundial*. Así mismo, y relacionado con lo anterior, los exiliados armenios llegaban a las colonias europeas en Asia, o en su defecto a los Estados latinoamericanos, en lugar de las metrópolis; lo que ocasionó que no pudiesen organizarse políticamente como un grupo que presionara a las cancillerías para que realizasen un reconocimiento público del genocidio.

 

El segundo factor, que evitó el rápido reconocimiento del genocidio en contra de los armenios, fue la continuidad de la política imperial que se había venido gestando desde años antes al inicio de la guerra. Lo anterior se debió a que a pesar de ser desmantelado el partido de los Jóvenes Turcos, mediante la mediación de las potencias vencedoras, estas le permitieron al imperio autogobernarse, a diferencia de lo sucedido con Alemania tras su derrota en 1945.

 

Como se pudo observar en estos párrafos, la principal dificultad por la que atravesó la población armenia, para que en su momento se reconociesen las matanzas de las cuales fueron víctimas como un genocidio, se debió a su nula capacidad de influir, y ejercer presión, a nivel internacional para que se crease un marco jurídico que condenara estos hechos.

 

Para finalizar, y con base en lo expuesto, es necesario cuestionarse si cumplido un siglo es posible reconocer las masacres en contra de los armenios como un genocidio. Pues, aunque es innegable que en la actualidad existe una gran dificultad para presionar jurídicamente a Turquía para que acepte que los Jóvenes Turcos llevaron a cabo una política genocida, debido a su importancia económica y geoestratégica, lo cierto es que es necesario el reconocimiento por parte de los diferentes Estados del Sistema Internacional; ya que no solo con esto se pueden dar los primeros pasos para la normalización de las relaciones entre turcos y armenios, sino que también puede llevar a que el Estado turco acepte en el mediano o en el largo plazo que lo que tuvo lugar entre 1915 y 1923 fue la aplicación de una política genocida.

 

 

Bibliografía

 

 

 

 

*Dicho esto, es necesario aclarar que mi postura no está encaminada hacia el negacionismo ni el revisionismo histórico de los crímenes efectuados por la Alemania Nazi en contra de la población judía de Europa.

 

[1]Keith Lowe, Continente Salvaje Europa Después de la Segunda Guerra Mundial (Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2012), 225-311.

[2]Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio. http://www.ohchr.org/SP/ProfessionalInterest/Pages/CrimeOfGenocide.aspx (Consultado el 26 de Mayo de 2015)

[3]United Nations Treaty Collection, “Convention on the Prevention and Punishment of the Crime of Genocide”, New York; 09 of December 1948. http://web.archive.org/web/20090701121225/http://www.unhchr.ch/html/menu3/b/treaty1gen.htm (Consultado el 26 de Mayo de 2015)

*Esto se debió a que desde las primeras décadas del siglo XIX el gobierno ruso había iniciado una campaña de expansión por el Cáucaso, lo que conllevo a que una gran parte de la población armenia se les uniera.  

[4]Armenian National Institute, “Frequently Asked Questions about the Armenian Genocide”. http://www.armenian-genocide.org/genocidefaq.html (Consultado el 27 de Mayo de 2015)

[5]John Kifner, “Armenian Genocide of 1915: An Overview”, The New York Times. http://www.nytimes.com/ref/timestopics/topics_armeniangenocide.html (Consultado el 27 de Mayo de 2015)

**Por ejemplo el Armisticio de Mudros, con el cual se ponía fin a la guerra, no poseía referencia alguna hacia la situación de los armenios del imperio; por el contrario dicho documento únicamente trataba sobre la repartición de los territorios entre las potencias vencedoras. Véase. German Historical Institute Washington DC, “Mudros Agreement: Armistice with Turkey”, 30 de Octubre de 1918. http://www.germanhistorydocs.ghi-dc.org/sub_document.cfm?document_id=4012 (Consultado el 29 de Mayo de 2015)    

* Un ejemplo de esto se presento con el historiador Marc Bloch, a quien el gobierno estadounidense le ofreció la oportunidad de exiliarse; no obstante Bloch declino dicho ofrecimiento debido a la dificultad que tenía el gobierno para trasladar también a su familia. Véase. Carole Fink, Marc Bloch Una Vida Para la Historia (Valencia: Universitat de Valencia, Universitat de Granada, 2004), 235-255.

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