Afganistán y la nueva oleada de migrantes: un hecho con consecuencias globales
Septiembre de 2021
Por Miguel David Nieto
El mundo aún se sacude tras la repentina caída de Kabul el 15 de agosto y la victoria del Talibán en el territorio afgano. Estos hechos resultaron sorpresivos para la comunidad internacional, puesto que las estimaciones de la inteligencia estadounidense para el 11 de agosto determinaban que un evento de tal magnitud ocurriría en un lapso de 90 días. Pocos días después, las escenas de desesperación en el aeropuerto internacional Hamid Karzai ocuparon los titulares del mundo entero, haciendo evidente el inicio de una nueva crisis migratoria y la situación de riesgo inminente para los ciudadanos de este país.
A pesar del impacto mediático de este episodio, el incremento de la migración ha estado latente debido a varios fenómenos como el inicio del retiro de las tropas de la coalición de la OTAN, el recrudecimiento del conflicto en los últimos años, la crisis ocasionada por el COVID-19, el deterioro ambiental e incluso el avance del Dáesh en Afganistán (también conocido como ISIS-Khorasan). Teniendo en cuenta estas causas, la nueva migración ha desarrollado las mismas dinámicas de los éxodos previos y de la crisis de los refugiados de 2015. Es decir, gran parte de los ciudadanos afganos se dirigirán hacia las zonas fronterizas con Irán y Pakistán, los mayores receptores de ciudadanos afganos desde 1978. Sin embargo, es notable cómo varios grupos de migrantes han comenzado a llegar a la frontera de Irán con Turquía, con el propósito de atravesar este país y establecerse en la Unión Europea.
El papel protagónico de Turquía y la Unión Europea
Durante la crisis de 2015, Turquía acogió a gran parte de los millones de refugiados que huyeron de las guerras en Siria, Irak y Afganistán. Su responsabilidad como “Estado contenedor” de migrantes fue apoyada económicamente por los países de la Unión Europea, para limitar la llegada de los refugiados de forma masiva al espacio Schengen. Como resultado de estas medidas, Turquía alberga actualmente cerca de 4 millones de sirios y 300 mil afganos.
No obstante, con el aumento previsto del flujo migratorio desde Afganistán y otros países golpeados por los conflictos, el COVID-19 y el deterioro ambiental, el presidente turco Tayyip Erdoğan afirmó que su país tomaría medidas para reducir el ingreso de los ciudadanos afganos a Turquía, como el muro que se construye actualmente en la frontera con Irán. A pesar de que el apoyo financiero desde la Unión Europea le ha brindado una posición privilegiada al Gobierno turco para futuras negociaciones, los ciudadanos tienen una creciente opinión negativa frente a las migraciones masivas. De no tomar medidas fronterizas más estrictas, habrá consecuencias electorales para Erdoğan de cara a las elecciones de 2023.
Por su parte, la Unión Europea está adoptando una posición más hermética frente a la llegada masiva de los migrantes. Aunque Turquía abra sus fronteras y continúe siendo un país de paso, se espera que sus vecinos de la Unión Europea, Bulgaria y Grecia, reaccionen de forma inflexible frente a su llegada. Con base en la respuesta agresiva de la policía y el ejército de ambos países frente al paso de migrantes irregulares, se esperan episodios de violencia como los ocurridos recientemente en la frontera con Turquía.
Por tanto, la población en condición de migrante irregular se encuentra en una encrucijada. Al no tener las mismas ventajas que tuvieron los ciudadanos afganos que lograron ser evacuados de forma segura durante la evacuación de Kabul, tendrán que optar por dos opciones. La primera es permanecer en el territorio afgano, que tras el colapso de su Gobierno y el posible aislamiento frente a gran parte del mundo, enfrentará una crisis económica, lo que probablemente agrave la situación de los ciudadanos y estimule economías ilegales como el narcotráfico. La segunda es salir del país y emprender rutas terrestres de alto riesgo y la inflexibilidad de los Gobiernos y sus autoridades. Además, es probable que aumenten las retóricas de antinmigración e islamofobia entre la población de los Estados receptores y de tránsito, lo que tendrá efectos políticos en estos países.
Efectos extrarregionales y el rol de Colombia en la crisis
El caso de Colombia es particular dentro de esta crisis, ya que recibirá 4 mil afganos, en gran parte ciudadanos que apoyaron la coalición internacional en su país. De manera simultánea, el país ya enfrenta los efectos de la nueva crisis migratoria, debido a la llegada de miles de migrantes irregulares provenientes de países latinoamericanos e incluso de África, Medio Oriente y el sur de Asia. La mayoría de estos migrantes se han dirigido a la frontera con Panamá en el Urabá chocoano, lo que ha alertado a los organismos colombianos, que además de atender la migración desde Venezuela, tendrá que fortalecer su respuesta en este corredor crítico. Esta ruta, cuyo objetivo es llegar a Estados Unidos y Canadá, resulta ser de alto riesgo para los migrantes, debido al ambiente selvático del Tapón del Darién y a la presencia de organizaciones criminales ligadas al narcotráfico y la trata de personas, no sólo en Colombia, sino a lo largo de su camino hacia el norte.
Existe una gran probabilidad de que parte del nuevo flujo migratorio proveniente de Afganistán también se oriente hacia esta ruta para alcanzar la meta de llegar a suelo norteamericano, lo que agravará la crisis que experimenta América Latina en esta temática. Atender esta situación representa un esfuerzo adicional para los Gobiernos de la región que en la actualidad enfrentan dificultades económicas, alto descontento social y flujos de migración irregular. Para atender esta situación, los países de tránsito requerirán del apoyo económico y logístico de los Estados receptores, lo que será esencial para proteger la integridad de estas personas. Es probable que surjan iniciativas de asilo en países como Colombia, lo que tendrá un gran impacto social, debido al contexto de crisis migratoria y la falta de una tradición histórica como país receptor de migrantes.
En resumen, los hechos recientes en Afganistán generarán un incremento en el flujo migratorio en diferentes partes del mundo, donde los migrantes ya enfrentan un panorama adverso de crisis económica y hermetismo frente a la migración irregular masiva. Este incremento generará una ventana de oportunidad para que los migrantes de otras regiones en crisis emprendan peligrosas travesías, con el fin alcanzar mejores condiciones de vida en los países más desarrollados. Para no experimentar una migración desbordada, estos Estados tendrán que brindar apoyo a los países de tránsito, con el fin de reducir el flujo hacia su territorio y brindar mecanismos para la regularización de esta población. Por su parte, los países de tránsito enfrentarán los retos de atender a esta población de forma directa, además de la xenofobia y problemáticas a nivel local en los territorios de recepción. Esta nueva oleada de migrantes es un evento que requerirá de la solidaridad entre los Estados para poder atender las necesidades de esta población en riesgo, y tendrá que trascender las acciones unilaterales para vincular a los países en estrategias coordinadas para abordar la crisis.
Webgrafía
https://news.un.org/en/story/2021/08/1097222
https://www.infomigrants.net/en/post/34660/bulgaria-sends-troops-to-turkish-and-greek-borders
https://www.infomigrants.net/en/post/34475/erdogan-turkey-will-not-become-europes-refugee-warehouse